martes, 25 de octubre de 2011

Ni sal, ni limón.

Anoche no bebimos tequila, no había bares para nosotros. Anoche me descolgué de algunas de tus canas, deshaciéndome en el botón de tus vaqueros. Tú ocioso en mis bragas y yo, entretanto, dejaba caer cigarros al suelo. Entonces suena Lou Reed y me siento contigo, olvidando por un momento su olor y sus manos de encina. Y que no nos hacen falta palabras para quemar tabaco y fruta.
Tampoco anoche, bajo el flexo, sintónicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario