martes, 20 de septiembre de 2011

No me comparéis su mirada con ninguna otra.

Sus ojos son de un color que está aún por inventar. El tono de su rostro no podría ser pintado ni por el mejor pintor. Ningún instrumento, ninguna canción es comparable a la musicalidad de su risa. El dorado de su pelo parece iluminar mi vida. No me comparéis su mirada a ninguna otra, a nada, porque no existen otros ojos que puedan hacer eso. Que si me mira, no hay mundo. Ese ceño permanentemente fruncido es lo más bonito que veré en mi vida. Y luego está su boca, sus labios... Conozco incluso la forma de pesar que tiene, qué va a hacer en cada momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario